Semana de firmas
Esta semana he aprendido varias cosas. La primera el encanto que tiene el chiste de un notario. Era la primera vez que pisaba uno, en realidad no le pisé, sino que fui muy educada y mi comportamiento estuvo en consonancia con la seriedad del momento y del lugar. Qué va. Me he reído de lo lindo las tres veces que he tenido que ir estos últimos días a una notaría. La primera, con mi padre (la sabiduría de la vida, cuando quiere, claro), con toda la junta de propietarios del Plan parcial Dolores -de parto- II delante, comentando la jugada. Lo mejor fue cuando dijo: "yo tengo 700 metros y to lo que veo a mi alrededor", y cuando una tía vecina de toda la vida se puso a describirnos su afición por la vida paranormal. Y luego te rulabas con las previsiones de un agorero apocalíptico, que era la pera limonera.
El segundo notario, el de mi préstamo personal, fue supersimpático y seductor, que no parecía un notario, decía tonterías y le quedaban mejor que a cualquier persona normal que diga tonterías, porque, claro, en el caso de los notarios siempre se suma el plus de que no te lo esperas. Cuando vas al frutero, te esperas gracias del frutero; cuando vas al fisio, te encuentras con los chistes típicos de fisio; pero cuando vas al notario... Esa ventaja que tienen.
Mi tercer notario firmó algo que decía que yo ya tenía casa pero dejaba de tener dinero. Mi casa está chulísima, pero a mí me siguen gustando las canciones tristes.
Esta semana también he firmado otras cosas, unas más importantes que otras, una amonestación a X que me dejó un profe en mi casillero, por estar en el aseo de los chicos dándoles clases particulares de sintaxis; también fui testigo del amor de Marisa y Luis y me tocó firmarlo el día de su boda; y otra vez me he firmado a mí misma lo infirmable, con una firma lo más bonita posible.
El segundo notario, el de mi préstamo personal, fue supersimpático y seductor, que no parecía un notario, decía tonterías y le quedaban mejor que a cualquier persona normal que diga tonterías, porque, claro, en el caso de los notarios siempre se suma el plus de que no te lo esperas. Cuando vas al frutero, te esperas gracias del frutero; cuando vas al fisio, te encuentras con los chistes típicos de fisio; pero cuando vas al notario... Esa ventaja que tienen.
Mi tercer notario firmó algo que decía que yo ya tenía casa pero dejaba de tener dinero. Mi casa está chulísima, pero a mí me siguen gustando las canciones tristes.
Esta semana también he firmado otras cosas, unas más importantes que otras, una amonestación a X que me dejó un profe en mi casillero, por estar en el aseo de los chicos dándoles clases particulares de sintaxis; también fui testigo del amor de Marisa y Luis y me tocó firmarlo el día de su boda; y otra vez me he firmado a mí misma lo infirmable, con una firma lo más bonita posible.
2 Comments:
En resumidas cuentas.....
ES OFICIAL!!!!!!!!!
La abuela de mi abuela
Publicar un comentario
<< Home