¡Sorpresas!
Llego a la escuela triste y resignada.
-Hola.
-Hola.
-¿Habéis pasado del bonjour?
Se abre la puerta y me encuentro un trozo de Francia, una aparición, una sonrisa francesa en versión original. Un jersey por encima de una chaqueta de pana. Ya era hora de un jersey por encima de una chaqueta de pana. La lengua te devuelve a lugares donde nunca has estado... o de donde nunca regresaste.
Una conversación seria y coherente, desde el corazón. Ya es la hora de tomarme en serio. Ya es la hora de borrar personajes y encontrarme cada día. Me miro en un espejo y me veo en la cara de enfrente. Doble parpadeo y banda sonora de dibujos animados. Uf, es que son situaciones tan parecidas...
Llego a casa. Un parte de atestados. No llevaba el cinturón. ¿Que no llevaba el cinturón?
Bonne nuit de un día cansado. A las cinco y media un mensaje: por fin ha nacido Antonio. Todo ha ido muy bien. Gracias, Señor, por las pequeñas sorpresas de cada día.